Las verrugas plantares, también conocidas como papilomas, son producidas por el virus del papiloma humano. Esta infección dérmica suele producirse en niños y adolescentes preferentemente, pero también pueden darse en adultos.
Las principales zonas donde se suele contraer el virus son piscinas, duchas colectivas y suelos húmedos. Los pacientes con exceso de sudoración en la planta del pie o con las defensas bajas son más propensos al contagio.
Las lesiones que provocan estas verrugas plantares pueden ser de diferentes tamaños y cantidad, desde una verruga plantar solitaria profunda, varias pequeñas planas, hasta un mosaico grande.
Las verrugas plantares son una lesión benigna que suele ser contagiosa y que es dolorosa cuando es muy grande y profunda.
Esta lesión suele aparecer como una vesícula de coloración blanco-amarillenta con uno o más puntos negros en su interior (no siempre) y que evoluciona aumentando de tamaño rápidamente. Los pacientes suelen decir que notan como si se les clavara una espina.
También suele ser habitual que sangre fácilmente cuando se deslamina.
Otra de las características típicas de las verrugas es que no permite ver los dermatoglifos y que suele doler más al pellizco lateral que a la compresión (no siempre).
En adultos, puede resultar difícil diferenciar una verruga de un heloma (callo), por lo que para ello debemos realizar una buena anamnesis, pruebas complentarias y pruebas específicas.
Disponemos de un gran abanico de tratamientos, siendo los queratolíticos los más habituales y menos dolorosos, pero también los menos resolutivos en caso de verrugas grandes, resistentes o de gran tiempo de evolución.
Por ello existen otros tratamiento más efectivos que tendríamos como la segunda y tercera linea de acción, en cuyo grupo están los tratamientos vesicantes, la bleomicina, la micropunción, el nitrógeno líquido, el tratamiento oral, etc.
